Tratamiento e información sobre el glaucoma

¿Qué es el glaucoma?

El glaucoma es una enfermedad que puede dañar el nervio óptico (el que traslada la información desde el ojo hasta el cerebro), causando una disminución de la visión e incluso ceguera. Es la segunda causa de ceguera en todo el mundo y se teme que con el envejecimiento de la población aumente significativamente el número de casos.

La parte delantera del ojo está llena de un líquido claro llamado humor acuoso, que se produce constantemente detrás del iris. Este líquido abandona el ojo a través de la unión entre la córnea y la esclera (parte blanca del ojo) por una malla parecida a un colador. Cuando se altera el equilibrio entre el humor acusoso que se produce y el que se evacua, aumenta la presión dentro del ojo, pudiendo dañar al nervio óptico.

A medida que el nervio óptico se deteriora, se desarrollan puntos ciegos dentro del campo visual, que comienzan afectando a la visión periférica, y avanza hacia el centro, provocando con el tiempo una visión en túnel o en cañón de escopeta, y esto ocurre sin dolor ni molestias, por lo que en muchas ocasiones el diagnóstico es tardío porque el paciente sólo nota algo extraño cuando el cuadro está muy avanzado. Por ello, un diagnóstico precoz es vital para diagnosticar y tratar el glaucoma a tiempo, para evitar la progresión de la pérdida de campo visual que ya no es recuperable.

 ¿Qué es el glaucoma?

¿Existe tratamiento para el glaucoma?

En la actualidad, no existe ninguna forma de prevenir el glaucoma, por lo que es necesario un adecuado seguimiento de los pacientes para detectarlo a tiempo, tratarlo y frenar su evolución. La mayoría de los glaucomas son asintomáticos, por lo que a partir de los 40 años es recomendable acudir al oftalmólgo al menos cada dos años.

Estas precauciones deben extremarse especialmente en el caso de personas con antecedentes familiares, mayores de 60 años, diabéticos o que hayan sufrido un cuadro de dolor agudo en el ojo con visión borrosa.

Es fundamental tener en cuenta que el galucoma no tiene cura. Todos los tratamientos disponibles están dirigidos a reducir la presión dentro del ojo para evitar que continúe la pérdida de visión, no para recuperar la que ya se ha perdido. En la mayoría de los casos es posible tratar esta alteración tan solo con el uso de gotas, aunque hay pacientes que necesitar someterse a una cirugía.

Tipos de glaucomas

Glaucoma de ángulo abierto o crónico

Esta variedad suele darse en familias y el riesgo es mayor en pacientes con antecedentes familiares. El riesgo es mayor en personas de raza negra, en sujetos que han sufrido una lesión grave del ojo, diabéticos y mayores de 60 años.

Glaucoma de ángulo cerrado o agudo

Se produce por un bloqueo de la salida del humor acuoso por el iris, provocando un aumento brusco de la presión intraocular y un fuerte dolor en el ojo. Aparece enrojeciemiento e inflamación del ojo, visión borrosa, naúseas y sensación de mareo. Se trata de una situación urgente que requiere acudir al hospital más cercano para reducir el bloqueo mediante una iridotomía.

Glaucoma congénito

Glaucoma congénito

Son niños que nacen con un defecto en el ángulo de desagüe del humor acuoso. Puede reconocerse por una excesiva sensibilidad a la luz o lagrimeo. Precisa tratamiento quirúrgico.

glaucoma secundario

Glaucoma secundario

Puede desarrollarse por la complicación de otras enfermedades del ojo, como la uveítis, cataratas avanzadas, ciertas lesiones o tratamiento con corticoides.

Diagnosis de glaucomas

para conseguir un buen diagnóstico, es importante acudir a revisiones periódicas con su oftalmólogo, para detectar así a tiempo un aumento de la presión intraocular.

Para ello, el oftalmólogo realiza un examen completo que incluye pruebas de agudeza visual, campo visual, grosor corneal, presión intraocular y comprobar si existen daños en la retina (OCT, análisis de las fibras retinianas) y/o en el nervio óptico.

  Diagnosis de glaucomas